Reflexiones Críticas sobre la “Descolonización” del Humanitarismo y la Investigación Relacionada con las Personas Refugiadas: Transcripción del evento de mesa redonda

Elena Fiddian-Qasmiyeh: Mi nombre es Elena Fiddian-Qasmiyeh y soy la investigadora principal del proyecto de investigación Southern Responses to Displacement que organiza este evento juntamente con el Instituto de Estudios Avanzados de la UCL. Esta Mesa Redonda forma parte de las conversaciones en curso sobre el futuro del humanitarismo y la investigación relacionada con las personas refugiadas, conversaciones que, durante mucho tiempo, han incluido un compromiso fundamental con respecto al discurso, si no la práctica, cada vez más difundida de descolonizar el humanitarismo.

Nuestras y nuestros colaboradores hoy se basan en diversas experiencias como investigadores, como personas que han sido “investigadas”, como personas que responden a las necesidades y a los derechos de las personas desplazadas – incluidos académicas y académicos que son refugiados – y exprofesionales humanitarios. (Las biografías de las y los oradores están disponibles aquí). El evento implicará escucharse y responderse unos a otros con un espíritu de solidaridad, incluyendo la posibilidad de que surjan la incomodidad productiva y formas productivas de desacuerdo y debate.

Jess Oddy: La pregunta con la que he estado lidiando es: “¿Hasta qué punto y con qué efecto es significativa o simbólica la descolonización del humanitarismo y la investigación relacionada con los refugiados?” Desde mi punto de vista, un tema clave respecto del apoyo a formas no hegemónicas de producir conocimiento es que, para la mayoría de las instituciones u organizaciones, más allá de un nivel superficial y performativo, este apoyo no existe. En 2020, con el impulso en torno a Black Lives Matter, tanto las instituciones humanitarias como las académicas emitieron compromisos, realizaron capacitaciones sobre prejuicios inconscientes y reorganizaron sus tableros. Los vimos comenzar a usar términos como “descolonizar” o emitir declaraciones sobre la complicidad y la defensa de los valores coloniales, pero dos años después no estoy convencida de que haya cambiado la mayoría de las operaciones diarias de las instituciones. Cuando consideramos la investigación humanitaria, particularmente cuando está conectada con las ONGI, a menudo se posiciona para mantener sistemas y estructuras con un rol designado para garantizar la renovación de la financiación. Además, la mayoría de los procesos de investigación, ya sea una evaluación dirigida por una ONG, una subvención institucional, un programa de estudios de doctorado o indicadores preestablecidos por los donantes, se suelen diseñar sin la presencia de las personas más afectadas por las crisis humanitarias.

También sabemos que, con frecuencia, las personas que están en la sala provienen de grupos demográficos socioeconómicos privilegiados dentro de su contexto, por lo que las personas que diseñan estas agendas tienen una experiencia de primera mano limitada. Aunque es prometedor que haya un cuerpo cada vez mayor de investigación humanitaria crítica, la mayoría de los estudios que buscan descolonizar la ayuda humanitaria no son generados por personas que están en los márgenes, sino por aquellos que son parte del aparato académico o de las ONG.

Marcia Vera Espinoza: Gracias Jess. Trabajo junto con Gisela [Zapata] y otras y otros colegas de América Latina [ver CAMINAR América aquí], y compartimos algunas de tus reflexiones, no solo en relación con la agenda de descolonización, sino también con la localización de la investigación del Sur, ya que hay algunos paralelos en los discursos allí. Para nosotras, y quiero llevarlo a la localización, surgieron algunas preguntas: primero, quién determina quién es la persona “local” en este contexto, y otra pregunta que creemos que está muy entrelazada, al igual que la respuesta: quién da forma a estas agendas, incluida la agenda de descolonización. No solo quién le da forma, sino también con qué finalidad y en qué términos. Si bien el llamado a la localización podría haber tenido algunas buenas intenciones, algunas iniciativas no logran promover realmente el conocimiento localizado del Sur o involucrarse realmente con las y los actores del Sur más allá de los tradicionales. Sé que Elena [Fiddian-Qasmiyeh] también ha planteado estas cosas, en particular a nivel nacional y regional. Entonces, para nosotras, la pregunta es realmente: ¿quién es la persona “local”?

En muchos casos, la persona local no es necesariamente la que mejor conoce el campo, sino en realidad son aquellas personas que pueden traducir lo local a los actores del norte, en su mayoría de habla inglesa. Y eso no es necesariamente la academia colonizada que trae gente a la mesa sin dar espacio para revisar la agenda, y no es realmente descolonizar la investigación sobre personas refugiadas o el humanitarismo en general. Los actores de habla inglesa son realmente los seleccionados, los que controlan la financiación y asignan los recursos.

El ejercicio ha sido un poco retórico porque nos acercamos a la persona local para seleccionar al interlocutor adecuado dentro de un espacio en particular. Eso, para nosotras, no es necesariamente una investigación localizada, sino que se convierte en una instrumentalización de lo local.

Cuando los enfoques de descolonización del Sur o locales son realmente diseñados, articulados y moldeados por actores del norte, tanto en el ámbito académico como en las organizaciones internacionales, ya vienen con una mirada particular que no necesariamente perturba la estructura sobre la que se produce. Entonces, este tipo de descolonización, particularmente en el contexto de estas redes en América Latina, reproducen las mismas prácticas, los mismos conocimientos y las mismas ideas, bajo un estandarte particular que busca la validación.

El segundo problema es más práctico: cuando se incluyen algunos actores del Sur para compartir sus experiencias, hay muchos inconvenientes para participar, para estar presentes en estos espacios. Vemos esto dentro de América Latina: muchos colegas de América Latina no pudieron acceder a una gran conferencia regional reciente en México porque necesitaban visas; fueron detenidos en los puestos de control, en particular por motivos raciales, y vemos lo mismo en el contexto del Reino Unido.

Queremos trabajar con todos nuestras y nuestros colegas del Sur, pero no tenemos la infraestructura ni los recursos para permitirles acompañarnos en estos espacios.

Entonces, sentimos que cuando se trata de un estandarte y se mercantiliza el enfoque de descolonización, realmente se queda corto en lo que intenta hacer.

Marwan Adinsa [Extracto de una presentación de audio preparada previamente, disponible en su totalidad aquí]: Quiero analizar algunos de los desafíos que he encontrado, desde el punto de vista de la experiencia, donde creo que las agencias humanitarias y los académicos deberían hacer un esfuerzo para rectificar y mejorar esos problemas.

Quiero hablar de la ambigüedad racial. Literalmente, se refiere a una persona cuyo origen racial no es fácilmente identificable, y las personas con ambigüedad racial son aquellas cuya raza se suele identificar erróneamente. Tomemos, por ejemplo, a las personas que huyen de su país como personas desplazadas a su país de elección o a un segundo país, y uno se da cuenta de que la comunidad de acogida y las organizaciones humanitarias del lugar, a veces cuando no lo abordan a uno, es como si no hubieran entendido quién es uno en realidad, y la comunidad de acogida en realidad no entiende quién es realmente una persona refugiada.

Comienzan a ver que ser llamado ‘refugiado’ es como si fueras de una raza diferente, no eres un colega, no eres un ser humano completo. Comienzan a hacerte parecer inidentificable y sientes que eres muy diferente. La humillación, el estigma se vuelven parte de ti, y entonces piensas: ¿por qué solo a mí? Y esto les ha sucedido a personas que en realidad están desplazadas no lejos de mí, una de las personas no lejos de mí que fue desplazada durante tres años de un país a otro país como refugiado.

La raza es perceptiblemente ambigua, y también lo es el estigma, y la normatividad es imposible de analizar en estas restricciones o en cualquier otro medio y, por lo tanto, los individuos que sufren ambigüedad racial emplean muchas formas de resistencia para sortear esta situación, para hacer reclamos de identidad que afirman o ponen en peligro el orden de formación racial.

Algunos de nosotros, refugiados o desplazados, siempre pensamos: ¿quiénes somos entonces? Si no se nos da lo que pensamos que necesitamos, si encontramos que la gente no me recibe, entonces siempre me siento como si realmente fuera de un planeta diferente.

De donde vengo, no saben que existen estas personas, países o comunidades, y sin embargo, no te identifican como quien eres, y ahí es donde entra la ambigüedad racial, como un concepto y como un desafío para las personas que están desplazadas.

Como académicos, intelectuales, debemos crear conciencia y educar a las personas sobre cómo erradicar esto, cuando se trata de identificar erróneamente a las personas o de juzgar a las personas sin saber realmente quiénes son. Porque algunas otras personas comienzan a decir: es por tu equivocación, por eso te obligué a dejar tu lugar. Pero siempre sabemos que el conflicto no termina cuando sucede, y es posible que no sepamos quién causa el conflicto, pero siempre nos daremos cuenta de que somos una persona desplazada.

Patricia Daley: Estoy de acuerdo con algunos de los puntos que se han planteado, pero el hecho de que la descolonización no esté ocurriendo dentro de una institución no significa que nosotros, como investigadores académicos, no podamos impulsar el cambio. Deberíamos presionar por lo que creemos que son prioridades de investigación, deberíamos pensar en el lenguaje que usamos, las categorías que usamos para nombrar a las personas, incluso para nombrarlas, como [Marwan] estaba diciendo, en el sentido de que creamos estas categorías de personas desplazadas. “Personas desplazadas” es una categoría humanitaria creada únicamente con el propósito de manejar a las personas, entonces, ¿cuál es nuestro objetivo? En el período contemporáneo, el antibienestarismo del neoliberalismo, hemos visto el surgimiento de fuerzas populistas y antidemocráticas que son hostiles a las prácticas humanas, a la migración, a los refugiados, y creo que lo que ha hecho es exponer los falsos discursos que sustentan los regímenes humanitarios estatales de posguerra: que las agencias humanitarias están ahí para hacer el bien.

Eso significa que tenemos que ser aún más críticos dentro de nuestros espacios. Estoy pensando en cómo Aimé Césaire usa el término “el efecto boomerang” para hablar sobre el impacto del colonialismo, las prácticas deshumanizantes del colonialismo en los colonizados, pero él también argumenta que repercute e impacta en los propios colonizadores, y creo que como investigadores tenemos que ser conscientes. La COVID muestra que es posible que las naciones del norte global sacrifiquen a su gente por ganancias económicas u otras razones. Pudimos ver el concepto de “necropolítica” de Mbembe convertirse en una realidad en lugares donde no asumíamos que era una realidad. Por lo tanto, debemos tomar medidas, ya que no se trata solo de personas refugiadas, nosotros y ellos: las personas refugiadas son una parte muy importante de nosotros y de cómo es probable que nos traten. Incluso usando un argumento instrumental como ese, creo que es importante para nosotros abordar el racismo y la racialización.

Mi colega Amber Murrey y Nick Jackson han escrito un artículo realmente interesante sobre el “lavado local” siguiendo lo que dijo Marcia sobre cómo las agencias internacionales ahora “lavan localmente” los proyectos de desarrollo al traer gente local, usando imágenes de la gente local, cuando de hecho están en juego el mismo proceso y las mismas acciones.

Debemos pensar en nuestras prioridades de investigación, ¿qué preguntas hacemos?, ¿desde dónde comenzamos nuestra investigación? Y eso es genuinamente descolonizador: ¿comenzamos con los refugiados o comenzamos con la agencia de desarrollo?

Sé que dependemos de la financiación y es posible que no consigamos fondos para este tipo de proyectos, pero cuanto más pronto empecemos a hacerlo, mejor y más probable será que veamos cambios.

Gisela Zapata: ¿Puedo complementar lo que mis colegas han dicho sobre cómo las agencias humanitarias han estado reproduciendo estos discursos coloniales? Como parte del grupo de investigación [CAMINAR], estuvimos investigando aquí, durante la pandemia, sobre los impactos de la pandemia en el bienestar de las poblaciones de migrantes y refugiados en América Latina, y lo que vimos fue un nuevo conjunto de factores, que incluye un papel más importante que desempeñan las organizaciones internacionales como ACNUR, OIM, todos los organismos de la ONU, así como organizaciones de la sociedad civil locales e internacionales. Vimos el papel cada vez más relevante de estas organizaciones, particularmente durante la pandemia, no solo al aumentar la desvinculación del estado respecto de la gente en sus territorios, sino también al contribuir a la producción y reproducción de ideas, recursos, estructuras de financiación que mantienen los intereses, intereses políticos, del humanitarismo occidental. Eso contribuye a la subjetivación de las poblaciones de migrantes y refugiados como sujetos humanitarios, como argumentamos en nuestro reciente artículo [aquí], únicamente con derecho a asistencia de emergencia en un marco donde su presencia se considera básicamente temporal. Algunas organizaciones dirigidas por personas refugiadas están liderando el camino en la resistencia a estas dinámicas y estos movimientos en la región.

Yousif M. Qasmiyeh: Sumándome a esta conversación dinámica, como alguien que en el pasado ha sido investigado y ahora es investigador, creo que esta posición en sí complica las cosas aún más. Patricia mencionó la cuestión de los nombres y cómo se deberían usar. Siento, como alguien nacido y criado en un campamento en el Líbano, cómo el humanitarismo a veces vuelve al nombre del donante. Recuerdo una conversación con uno de los investigadores en el campamento de Baddawi que contaba una entrevista que realizó con algunas personas refugiadas sirias que, no hace mucho, recibieron ayuda de una organización del Golfo Árabe, y este destinatario estaba hablando de la inscripción del logotipo de la organización en su manta y que, mientras daba vueltas tratando de conciliar el sueño, veía el logotipo desde diferentes perspectivas y ángulos, tanto que este logotipo seguía existiendo mientras dormía. Creo que esto es relevante para que pensemos en cómo la cuestión de asignar nombres sucede a expensas de los nombres de las personas que reciben ayuda y cómo se supone que estamos allí para que nos investiguen y nos hagan preguntas, y deberíamos estar agradecidos de que se nos pregunte. Marwan dijo que no saben quiénes somos. Tengo que agregar algo a eso y decir que a veces no sabemos quiénes somos nosotros mismos. Lo escuché de mi madre, que tienes que aceptar esta posición, que, como refugiado en un campamento, estás allí para que te investiguen, para que te entrevisten, estás allí para que te registren.

En respuesta a eso, me gustaría recitar un poema que consta de dos secciones, sobre nuestros encuentros principalmente con antropólogos en las escuelas. Tengo amigos antropólogos que suelen venir al campamento, pero no entienden que la investigación no debe abarcar la existencia misma de las personas. El título de este poema es “Antropologists” [de la colección “Writing the Camp”]:

I know some of them.

Some of them are friends but the majority are enemies

Upon the doorstep you observe what they observe with a lot of care.

You look at them the way they look at you, curiously and obliquely.

You suddenly develop a fear of imitating them whilst they imitate you.

You worry about relapsing into one of your minds while sharing mundane details with them.

Sometimes I dream of devouring all of them, and just once, with no witnesses or written testimonies.

All of us wanted to greet her.

Even my illiterate mother who never spoke a word of English said: Welcome!

After spending hours with us, in the same room, she left with a jar of homemade pickles and the three full cassettes with our voices.

Pienso que se trata de captar la voz, pero al mismo tiempo, pasar por alto el silencio, tal vez el dolor y el malestar, que suelen ocultar quienes están siendo investigados.

Marcia Vera Espinoza: ¿Puedo simplemente agradecer a Yousif por arrojar luz sobre el ámbito académico y los investigadores como una espiral de la máquina humanitaria? También somos parte de las industrias de migración de maneras particulares.

Lo que es muy interesante no es solo cómo negociamos siendo parte de la industria que también criticamos, sino también cómo nuestras y nuestros participantes en la investigación también negocian con nosotros. Retomando el punto de Gisela con respecto a las organizaciones dirigidas por personas refugiadas y migrantes, particularmente en América Latina, hemos visto muy claramente cómo han estado reclamando que no se hable de ellas sin ellas.

Hacen hincapié en esto todo el tiempo y no es algo reciente, por supuesto. Existe una tradición de organizaciones dirigidas por personas migrantes y refugiadas en América Latina: peruanos desplazados en la década de 1990, colombianos desplazados en la década de 2000, ahora los venezolanos desplazados… Tienen diferentes posiciones políticas y vienen de diferentes lugares, que facilitan o crean tensiones con ciertas estructuras de poder que quieren negociar, con lo que no son un grupo monolítico tampoco, son muy heterogéneos.

El poema que leíste [Yousif] me recordó a un grupo de personas refugiadas palestinas reasentadas que fueron a Brasil y Chile en 2007-2008 [leer el blog de Marcia aquí]. Un grupo de personas refugiadas palestinas que llegaron a Brasil protestaron frente a las oficinas de ACNUR durante más de nueve meses, alegando que no querían estar allí porque el reasentamiento es una opción voluntaria para las personas refugiadas y es una medida discrecional impuesta por el estado, pero en realidad dijeron que la información no era clara y que realmente querían reclamar el papel de ser refugiados [leer texto completo aquí].

Un capítulo muy bueno de nuestra colega Carolina Moulin hablaba sobre “el sujeto agradecido” y cómo negociaron su estadía en Brasil. Carolina nos muestra como resistían. En un blog que llevaban durante los meses de protesta decían: No somos desagradecidos con Brasil, solo estamos reclamando nuestro derecho a ser ciudadanos, ciudadanos del mundo que históricamente hemos sido desplazados.

Eso me pareció muy interesante respecto de cuando hablamos de investigación descolonizadora o investigación localizada y el papel que la población refugiada está reclamando allí: no solo cómo negocian con la industria humanitaria sino también cómo negocian con nosotros, como académicos e investigadores, que somos parte de la misma industria.

Jess Oddy: Tengo mi teléfono porque Marwan en realidad se está uniendo a nosotros a través de Whatsapp. Para aprovechar los puntos de Marcia sobre el complejo industrial de investigación u ONGI, y esta idea de que, en realidad, todos estamos involucrados y somos cómplices en múltiples industrias que tienen múltiples intereses en este sistema. Me hizo pensar en un artículo brillante de Gauthier Marchais, Paulin Bazuzi y Aimable Amani Lameke, “The data is gold and we are the gold diggers: whiteness, race and contemporary academic research and the DRC”. Desde la perspectiva de la demanda de investigación cuantitativa en el este de la RDC, hablan de cómo esto ha creado una especie de complejo industrial, pero hay jerarquías muy implícitas en los diferentes roles de las personas y el diferente valor que se le otorga a alguien que recopila datos, en comparación con aquel que es investigador asociado o el investigador principal.

Uno de los puntos que señalan es que, sea explícito o no, el complejo industrial de investigación o el complejo industrial humanitario, en este caso, realmente se basa en un régimen racial de jerarquía que se beneficia de la inequidad y la desigualdad, y se vincula con el punto de Patricia en que ella habla sobre nuestros roles en esta industria de la investigación y lo que podemos hacer para minimizar estas formas de trabajo que, en última instancia, privaron de sus derechos a tantas personas, pensando más en este tipo de complicidad constructiva. Si estamos involucrados en estos aparatos, si todos trabajamos en este sistema o instituciones de ayuda humanitaria, ¿qué estamos haciendo para mitigar eso en nuestra práctica, cómo estamos usando nuestros privilegios, nuestras posiciones, para apalancar y dar esos pequeños empujones para el cambio sin cooptar esta etiqueta o idea de descolonización que tiene sus raíces en la lucha y redistribución de la riqueza?

Marwan Adinsa [extracto de una presentación de audio preparada previamente, disponible aquí]: Las tendencias generales en los patrones de desigualdad son uno de los principales desafíos en este sentido, especialmente cuando impartí clases: los salarios y los gastos. Como docente en el contexto de las personas refugiadas, he enseñado en muchos países donde he sido refugiado. Encontrarán que todos ustedes pueden ser maestros, y algunos de nosotros podemos tener puestos importantes, puestos administrativos. Tal vez estén sobrecargados de trabajo, planificaciones de lecciones, esquemas de trabajo, pero al final del día, cuando llegan los salarios, se les dice que la escala salarial de los refugiados es diferente de la de los maestros de la comunidad de acogida. A pesar de que los maestros refugiados están llevando una carga pesada, porque estamos tratando de ayudar a nuestros compañeros refugiados, descubres que no se te paga de igual forma, solo porque nos llaman refugiados. Eso siempre creó una brecha en mí y siempre siento que estoy traumatizado, que estoy muy estigmatizado.

Si enseñamos conceptos en clase, si hacemos la planificación de lecciones, los esquemas de trabajo, abordamos la misma metodología de aprendizaje y enseñanza, ¿por qué los beneficios o compensaciones no se dan por igual, siendo todos ustedes docentes? En cambio, depende de cómo te llamen. Veo que eso es parte de la desigualdad, cuando se trata de gastos. Nosotros, como intelectuales y agencias humanitarias, realmente debemos ver cómo podemos abordar esos conceptos. Por ser llamado “refugiado” no significa que uno no esté listo para cumplir con su tarea: algunos de nosotros podemos cumplir incluso mejor. Pero nuevamente, cuando se trata de compensar el trabajo arduo, siempre se traza una línea entre las personas refugiadas y las que pertenecen a la comunidad de acogida: realmente queremos ver cómo podemos abordarlo y ponerlo en el contexto adecuado.

Patricia Daley: Siguiendo con lo que dijo Jess sobre los métodos de investigación, también escribí un artículo que terminó siendo un capítulo en el Handbook of Gender and Development, titulado “Researching sexual violence in the Eastern Democratic Republic of Congo: methodologies, ethics and the production of knowledge in an African warscape”. Escribí ese capítulo justamente por lo que decía Jess, lo que estaba viendo en el campo donde las mismas técnicas, el mismo cuidado que se dedica a la investigación de la violencia sexual en Occidente no se replica en el este de la RDC.

Mencioné el tema de los números, pero una de las técnicas que critiqué fuertemente, que fue llevada a cabo por investigadores de instituciones prominentes en Occidente, era ir al medio de un pueblo, tirar una moneda, ir a la casa más cercana a donde cayó la moneda y hablar con una mujer sobre sus experiencias. Pueden imaginar lo terrible que debe ser porque todo el pueblo, todos los niños iban a escuchar. Hubo muchos problemas en torno a cómo llegar a las personas traumatizadas en procesos como ese. Además, estaba leyendo estudios en Chicago y otros lugares donde les daban dinero a las mujeres pobres para comida, gastos de viaje y otras cosas. Pero cuando las entrevistaban en África, dijeron que no, que eso solo aumentaría las expectativas de más dinero.

Y me siento muy mal, así que escribí este artículo sobre cómo debemos pensar acerca del tipo de ética de investigación que aplicamos, los métodos y técnicas que implementamos, porque deshumanizan a las personas con las que hablamos. También aumentan la estigmatización si las entrevistas se hacen al aire libre o en lugares públicos, y también la forma en que representamos esos datos. Estaba realmente preocupada por las imágenes de estas mujeres, fotografías reproducidas en informes, disponibles en línea y ahora que todos pueden acceder a todo en línea y tener teléfonos móviles, están estas mujeres que probablemente quieran seguir adelante y vivir sus vidas de manera diferente y ahora se ven expuestas constantemente a través de estos informes humanitarios porque así se justificó la financiación que recibirán las agencias humanitarias. Así que realmente creo que hay cosas muy prácticas que podemos hacer como investigadores para abordar algunas de estas desigualdades.

Marcia Vera Espinoza: Hablando de metodologías, y las reflexiones de Marwan son sugerentes en términos de prácticas de investigación y ética, me hiciste pensar en la primera pregunta, en “los desafíos y oportunidades de desarrollar y apoyar formas no hegemónicas de producir conocimiento en relación con el desplazamiento”.

Me gustaría compartir una reflexión de nuestro proyecto de investigación actual que realmente se alinea con formas no hegemónicas de producir conocimiento, pero que en realidad está mayormente incluido en las formas hegemónicas de realizar investigaciones. Como mencionó mi colega Gisela, al comienzo de la pandemia vinimos, en buena medida sin financiación, solo un grupo de colegas que nos reuníamos para tratar de comprender el impacto de la pandemia en las poblaciones de refugiados y migrantes en América Latina, y comenzamos a armar una agenda de investigación. En ese momento, elaboramos un protocolo de investigación y, como teníamos dudas éticas sobre la realización de investigaciones con poblaciones de refugiados y migrantes debido a la situación que vivían en la región, decidimos centrarnos en otras organizaciones.

El proceso para mí, como investigadora, fue muy esclarecedor: éramos 12 personas en una sala de Zoom, debatiendo, todos de diferentes disciplinas, y fue enriquecedor en cuanto a trabajar juntos, y realmente puedo decir que para mí el proceso se convirtió en un grupo o hermandad, y en aprender y dejarse llevar en muchos casos porque tenemos discusiones muy apasionadas.

He estado reflexionando últimamente sobre las posibilidades de ese tipo de investigación. Eventualmente obtuvimos algunos fondos, pero comenzamos sin ningún tipo de financiación y aun así logramos generar investigaciones, pero a un costo personal particular. Se facilitó porque estábamos trabajando desde casa y trasladamos todas nuestras metodologías en línea.

Ahora que hemos vuelto a la presencialidad, a estar cara a cara, a la comunidad y a todas las responsabilidades que tenemos en los espacios donde trabajamos, cada vez se nos hace más difícil reunirnos. Todavía estamos trabajando juntos en los resultados de lo que hicimos durante los últimos 3 años, pero avanzar con una agenda que hayamos debatido se ha vuelto difícil al no tener los fondos para hacerlo e incluso, al no encontrar el tiempo.

Me pregunto cómo pueden subsistir estos espacios cuando todos, en América Latina y en el Reino Unido, nos guiamos por las mismas métricas de las instituciones académicas y los estudios: dónde publicamos, qué financiación tenemos, cómo validamos nuestra producción de conocimiento ante los ojos de la academia neoliberal…

Ha sido muy importante en cuanto a armar esta agenda y trabajar juntos, aprendiendo unos de otros, pero ¿cómo continuar? Fuimos muy privilegiados al poder hacer eso porque, a pesar de [estar en diferentes etapas de] desarrollo de nuestra carrera, todos teníamos un empleo seguro en ese momento, y eso hizo posible que pudiéramos participar en un proceso de investigación que no recibió pago alguno.

Gisela Zapata: Solo para agregar un punto: más allá de la financiación, la otra dificultad es lograr visibilidad para el conocimiento que producimos. Es muy difícil para nosotros continuar estableciendo un diálogo académico Sur-Norte o con el complejo industrial-humanitario o de investigación, dado que los medios para difundir este conocimiento están muy dominados por el inglés y el norte.

Una cosa que discutimos fue cómo podemos socializar todo este esfuerzo, toda la investigación que realizamos si no podemos pagar para que sea de acceso abierto. Ni siquiera tenemos dinero para contratar asistentes de investigación, y mucho menos pagar 1000 o 2000 libras esterlinas para que nuestros conocimientos se extiendan a un público más amplio. Estamos perdidos aquí: el tipo de costo prohibitivo de esas revistas de acceso abierto complica aún más las cosas.

Marcia Vera Espinoza: Una cosa más sobre las revistas es que, y hemos estado hablando de esto con colegas en otros lugares, a veces, cuando la investigación se produce y se piensa desde el contexto local, hay una solicitud para justificar por qué es relevante hablar de Brasil, Colombia, Chile y México. Me pregunto, cuando recibo esos comentarios: ¿le piden a todos los que publican en el Reino Unido o en el contexto europeo que justifiquen por qué eso es relevante? ¿Por qué el contexto de Chile sería menos importante que lo que está pasando en Europa en este momento?

Jess Oddy: Pensar en cómo se ha difundido este trabajo es otro recordatorio para cuestionar para quién es esta investigación y quién se beneficia de ella. Regresaré al punto de Marwan cuando habla sobre el sistema de incentivos dentro de los campos de refugiados, que tiene un pago diferenciado según tu nacionalidad, según tu estatus, y es muy diferente del salario de un trabajador de ayuda internacional. Dentro del campo de la educación en emergencias, existen innumerables estudios sobre la motivación de los docentes en la educación de refugiados y el bienestar de los docentes. Hay cientos de ellos, pero muy pocos hablan de las marcadas desigualdades salariales entre los docentes o las marcadas diferencias salariales con cualquier consultor que podría ir y escribir un trabajo de investigación o un estudio sobre el bienestar de los refugiados y quizás recibir un pago, en un día o una semana, superior a lo que muchos de los maestros cobran en un año. Cuando pensamos en la investigación que estamos haciendo: ¿para quién es, quién se beneficia y cómo se difunde? Para mí, tal vez una investigación más útil en nuestro campo sería ver cómo las personas se sindicalizan en los campamentos, cómo hacen huelga los maestros y presionan a las organizaciones para que aumenten los pagos de incentivos dentro de los lugares de campamento. Ese sería un conocimiento esencial para las personas que están en otros campamentos y necesitan usar ese conocimiento para impulsar el cambio.

Pero volvemos a lo que se está produciendo actualmente y tal vez a impulsarnos a pensar en el futuro, si pensamos en formas muy diferentes de conocer o de contrarrestar los discursos hegemónicos, debemos pensar en lo que estamos produciendo, por qué lo estamos produciendo y quién es, en última instancia, nuestra audiencia. ¿Estamos allí para apoyar a esa persona que vive en el campamento o (no quiero resultar despectiva al respecto) solo para producir libros y revistas a los que muchas personas no pueden acceder ni contribuir?

Patricia Daley: Entiendo lo que quieres decir, pero también creo que debemos reconocer que los investigadores, incluso los del Norte global, son diferentes: algunos tendrán más poder que otros y, a menudo, no se me considera muy poderosa en el Sur global porque yo soy una investigadora negra.

Algunas personas no esperan que tenga acceso a los recursos. Hay todo tipo de suposiciones que hacen las personas en el Sur global sobre mi capacidad para aprovechar los recursos o el poder porque soy una investigadora negra. Pero eso no significa necesariamente que no pueda actuar de una manera descolonizada porque también me da acceso a espacios y a escuchar conversaciones que podrían no estar abiertas a los investigadores blancos.

Sin embargo, tenemos privilegios y debido a esos privilegios, ya sea que seamos blancos o negros, podemos realizar investigaciones o podemos actuar de maneras que podrían brindar mucho más apoyo a las comunidades de refugiados. Por ejemplo, si estás investigando y estudiando las huelgas de docentes, una de las cosas que encontré fue que los docentes refugiados no recibían sus pensiones: constantemente tenían contratos temporales y solo los docentes con contratos de trabajo podían recibir pensiones. Entonces, comencé a tener conversaciones con el Ministerio del Interior que era responsable de los refugiados y con agencias internacionales, aunque creo que probablemente me engañaron. Pero al menos podemos iniciar esas conversaciones. Y esto no es solo un asunto de aquellos que están en los asentamientos, que son vulnerables: pueden protestar, pero hay un límite porque siempre existe el peligro de que puedan ser repatriados a la fuerza a través de la frontera o expulsados.

La geógrafa Sarah Koopman ha escrito sobre esto en relación con América Latina, donde habla de alter-geopolítica y en especial (ella es estadounidense y blanca) de cómo nuestros cuerpos y el poder y la posicionalidad que tenemos pueden ser usados de manera eficaz para apoyar formas no hegemónicas si pensamos creativamente acerca de cómo hacerlo.

Elena Fiddian-Qasmiyeh: Retomando la noción de Patricia de “actuar de una manera descolonizada”, junto con las reflexiones sobre la instrumentalización de la descolonización como discurso y su implementación incompleta dentro de los marcos institucionales, Jennifer [Eggert] ha compartido una pregunta en el chat: “¿Qué piensa la gente sobre el término “descolonización” en el contexto de la producción de conocimiento y la acción humanitaria?” Jennifer escribe que el uso del término obviamente está en disputa, se puso entre comillas en el título del evento. Entonces, ¿qué pensamos sobre el término y en qué medida creemos que es útil para nuestro trabajo?

Yousif M. Qasmiyeh: Creo que debemos reconocer que el término en sí mismo no se agota como una reacción o como una proposición reactiva ante algo que está ahí porque tenemos que asegurarnos de que, dentro de estos marcos coloniales, se produzca conocimiento, no solo conocimiento en respuesta sino conocimiento nuevo. Esto también me llevaría de vuelta al campamento de refugiados cuando pensamos en la producción de conocimiento: tenemos que asumir que es una coproducción de conocimiento y también co-compartir, donde el refugiado no es solo el entrevistado. El refugiado puede ser también el analista, el pensador crítico, el teórico… no solo la persona que se cita, el que figura a veces en la transitoriedad [ver aquí y aquí].

Patricia Daley: Obviamente, hay personas que están dispuestas a criticar el uso del término, y creo que deberíamos hacerlo, especialmente cuando es performativo, pero al mismo tiempo, creo que el término tiene apoyo. Hay personas que están muy en contra del término, especialmente la gente del establishment que quiere mantener el statu quo, y debido a su hostilidad, creo que necesito seguir usándolo para ponerlo en práctica de una manera que realmente genere un cambio. No voy a usar el término “emancipador” entre comillas: quiero decir que puede generar un cambio emancipador real. Así es como lo usaría y eso implica hacer una investigación que no mercantilice ni autonomice a las personas y las cosifique. Utilizo descolonización con humanización porque creo que las dos son muy complementarias porque los métodos coloniales, las lógicas coloniales, se han centrado en deshumanizar la investigación, deshumanizarnos a nosotros, deshumanizar a los colonizados. Si nos vamos a alejar de esas lógicas, es un proceso de humanización y eso, por lo tanto, significa solidaridad, significa reciprocidad, significa pensar en un trabajo que enfatice nuestra humanidad común.

Gisela Zapata: Tomando lo de Patricia, me parece muy útil y creo que una de nuestras tareas o responsabilidades tiene que ver con imbuir todo eso en nuestro proceso de investigación. Esta es la única manera o, desde mi punto de vista, el único instrumento o herramienta que tengo a mano para darles estas capacidades a estos pueblos, las personas que nos importan, en las que centramos nuestra investigación. Sin embargo, siento que estoy nadando contra la corriente, porque descolonizar no es “popular” por aquí, porque la matriz empleada para mantener mi trabajo ha sido completamente colonizada por la matriz de la academia del norte, por lo que estoy llamada a producir y publicar en esas revistas académicas que no solo cuestionan por qué importamos, como dijo Marcia, sino que también nos cuesta mucho socializar nuestra investigación en estos medios.

Marcia Vera Espinoza: Tengo sentimientos encontrados acerca de los términos “descolonizar” y “descolonización”, pero los encuentro relevantes, siempre que usemos un enfoque de descolonización reflexiva para reconocer nuestra propia complicidad, ya sea en el dominio colonial sobre el espacio o en cómo podemos reproducir formas hegemónicas de investigación y práctica humanitaria. Creo que es relevante en ese sentido entender qué implica la descolonización y qué puede ser, más allá de ser cooptada o comercializada de una manera particular solo para crear nuevos objetivos para las universidades.

Creo que podríamos tener una agenda descolonizada en la práctica, y tal vez eso se relacione con una pregunta del chat: ¿qué tan realista es la suposición de descolonización? Creo que fue difícil en el contexto de América Latina; entonces, como dijo Gisela, no es una agenda que esté particularmente impulsada ni por las organizaciones ni por el gobierno, tal vez por la academia.

Pero en realidad está impulsada por las propias organizaciones de personas refugiadas y migrantes, entendiendo que no todos las personas refugiadas y migrantes son parte de una organización y que hay muchos con intereses completamente diferentes. Pero estas organizaciones estado presionando por un espacio en la mesa, no solo para ser invitados a esos espacios de una manera particular, sino para estar activos. Incluso en nuestros espacios, reconocer la necesidad de pago para los investigadores si van a ser investigadores, pero también ser parte de las discusiones sobre la gobernanza de la migración y comprender que, aun así, su movilidad y sus vidas están determinadas por las estructuras de gobernanza, dentro y fuera del territorio. La realidad es difícil, pero, a partir del contexto que estudiamos, podemos ver cómo se han vuelto muy claros, se han ramificado más allá del territorio para utilizar, por ejemplo, los ámbitos digitales de manera más inteligente, para crear espacios y vínculos transnacionales que les han permitido reclamar diferentes espacios.

Jess Oddy: Creo que es realmente útil como estímulo para iniciar conversaciones y comenzar a cuestionar esta idea de que estamos viviendo en un mundo poscolonial. Pero creo que la forma en que se usa actualmente está bastante despolitizada y, como hablamos hoy, los sistemas en los que estamos trabajando están integrados dentro de ciertas prácticas en ciertos complejos industriales que funcionan por diseño.

Es mucho más útil o productivo para mí, cuando estoy pensando en estos términos, pensar en el próximo paso lógico, que avanza más hacia el pensamiento abolicionista, cómo podemos comenzar a considerar el desmantelamiento de estos sistemas y estructuras que excluyen a tantas personas, y comenzar a pensar más radicalmente sobre las posibilidades que existen, para expandir realmente la imaginación humanitaria. Lamentablemente, Marwan no ha podido acompañarnos al final de la sesión de clausura, pero compartiré estas reflexiones con él y, por supuesto, también la grabación.

Elena Fiddian-Qasmiyeh: Gracias a todas y todos por compartir con nosotros sus puntos de vista fundamentales. Además de compartir la grabación con Marwan, también pueden acceder a la presentación completa de Marwan en el sitio web de Southern Responses to Displacement aquí. Gracias al Instituto de Estudios Avanzados de la UCL, una versión abreviada de la transcripción de la Mesa Redonda ha sido traducida al español y al árabe para su publicación en el sitio web de Southern Responses to Displacement a fin de garantizar que dichos materiales sean más accesibles para una audiencia más amplia.

Bibliografía y lecturas recomendadas y videos:

Daley, P. (2015) “Researching sexual violence in the Eastern Democratic Republic of Congo: methodologies, ethics and the production of knowledge in an African warscape” in Coles, A. Grey, L. and Momsen, J. (eds) The Routledge Handbook of Gender and Development, Routledge.

Fiddian-Qasmiyeh, E. (2020) Recentering the South in Studies of Migration,”Introduction to the Special Issue, Migration and Society, 3(1): 1-18.

Fiddian-Qasmiyeh, E. (2019) ‘Looking Forward: Disasters at 40,’ Disasters, 43(S1): S36-S60 (Open Access here).

Koopman, S. (2011) ‘Alter-geopolitics: Other securities are happening’, Geoforum, 42(3): 274-284-09

Marchais, G. et al., (2020) ‘The data is gold, and we are the gold-diggers’: whiteness, race and contemporary academic research in eastern DRC’ in Critical African Studies, 12:3, 372-394, DOI: 10.1080/21681392.2020.1724806

Mbembe, A. (2019) Necropolitics, Duke University Press.

Moulin, Carolina (2012) “Ungrateful subjects? Refugee protests and the logic of gratitude,” in Nyers, P, et al. (eds.) Citizenship, migrant activism and the politics of movement. Routledge. pp. 66–84

Murrey, A. and Jackson, N. (2019) ‘A Decolonial Critique of the Racialized “Localwashing” of Extraction in Central Africa’, Annals of the American Association of Geographers, 110:3, 917-940.

Qasmiyeh, Y.M. (2021) ‘Writing the Camp’, Broken Sleep Books.

Qasmiyeh, Y. M. (2020) ‘Introduction: Engendering Plural Tales,’ Migration and Society, 3: 254-255.

Qasmiyeh, Y.M. and Fiddian-Qasmiyeh, E. (2019) ‘The Third Voice and Third Eye in our Photo-Poetic Reflections,’ Refugee Hosts.

Vera Espinoza, M. et al. (2021) ‘Towards a typology of social protection for migrants and refugees in Latin America during the COVID-19 pandemic,’ Comparative Migration Studies, 9 (52).

Vera Espinoza, M. (2019) ‘Expectations and the politics of resettlement. Colombian and Palestinian refugees in Chile and Brazil.’ Available from Refugee Hosts

Warnock, R., Taylor, F. M. & Horton, A. 2022. ‘Should we pay research participants? Feminist political economy for ethical practices in precarious times.’ Area. 54 (2): 195-202. https://doi.org/10.1111/area.12790

Watch Elena Fiddian-Qasmiyeh, Juliano Fiori and Patricia Daley discuss ‘Decolonisation in Forced Migration and Humanitarian Response’ here.


** To access a recording and transcript of the event in English click here. **


Speakers

Prof. Patricia Daley – Prof. Daley is Professor of the Human Geography of Africa and Vice-Principal and The Helen Morag Fellow in Geography at Jesus College, Oxford. Prof. Daley’s main research interests are the political economy of population migration and settlement (forced migration, identity politics and citizenship);  the intersection of space, gender, militarism, sexual violence and peace (feminist geo-politics); racial hierarchies and violence (geographies of racialization and coloniality using Critical Race Theory and decolonizing methodologies); the relationship between conservation, resource extraction, and rural livelihoods (political ecology). She has authored, edited and contributed to numerous publications, including her 2018 co-edited book, The Routledge Handbook of South-South Relations.

Yousif M. Qasmiyeh – Yousif is a doctoral researcher at the University of Oxford whose research examines the archive, time and containment in refugee literature in Arabic and English. He is a poet and translator who was born and educated in Baddawi refugee camp (Lebanon). He was Writer-in-Residence for the AHRC-ESRC funded Refugee Hosts research project; is the ‘Creative Encounters’ editor for the Migration and Society journal; and Joint Lead of the Imagining Futures Baddawi Camp Lab funded by the AHRC-GCRF. His poetry collection, Writing the Camp (Broken Sleep Books 2021) was The Poetry Book Society’s Recommendation for Spring 2021, was selected as one of the “best poetry books of 2021” by the Daily Telegraph, was Highly Commended by the 2022 Forward Prizes, and was shortlisted for the Royal Society of Literature’s 2022 Ondaatje Prize.

Dr Marcia Vera-Espinoza is a Senior Research Fellow at the Institute for Global Health and Development (IGHD) at Queen Margaret University, in Edinburgh. Marcia’s work focuses on the study of inclusion of migrant and refugee populations and migration governance in Latin America. At the IGHD, Marcia leads the Psychosocial Wellbeing, Integration and Protection Cluster. Marcia is a co-founding member of the research group Comparative Analysis in International Migration and Displacement in the Americas (CAMINAR). She is also PI of the EU-AMIF project ‘New Scots Integration: A Pathway to Social and Economic Inclusion’. She has recently published in Comparative Migration Studies, Frontiers in Human Dynamics, Migration and Society, Geopolitics, Global Policy, and Development Policy Review, among others. Her co-edited books include ‘The Dynamics of Regional Migration Governance’ (Edward Elgar, 2019) and ‘Latin America and Refugee Protection: regimes, logics and challenges’ (Berghahn Books, 2021).  

Jessica Oddy is the Director of Equity-Based EiE Consulting, supporting organisations, institutions and academia to design and deliver equity-centred programmes, policies and research rooted in social-justice. A former secondary school teacher, she has worked for various organisations, including NORCAP, Save the Children, Lutheran World Federation and War Child UK. She is a PhD candidate at the University of East London’s Centre for Migration, Refugee and Belonging, where she teaches the OLIve higher education access course for refugees and asylum seekers. Her research focuses on diverse young people’s educational experiences in emergencies and how colonial legacies influence the types of programmes available for youth in displacement situations.

Marwan Adinsa has a decade of experience teaching primary and secondary education in urban areas and refugee camps in Kenya and South Sudan. He is passionate about teachers in humanitarian contexts and themes around identity and belonging in forced migration. As well as teaching and lecturing in Juba, Marwan is a post-graduate student at the University of Juba, where he is pursuing an MA in Research and Public Policy. He holds a bachelor’s degree in Public Administration and Management and a diploma in Leadership and Management. Originally from the Nuba mountains, Marwan speaks English, Kiswahili, Arabic and Achurun.

Gisela P. Zapata is an Assistant Professor in the Department of Demography and researcher at the Centre for Regional Development and Planning (CEDEPLAR) of the Federal University of Minas Gerais (UFMG), Brazil. She holds a Masters’ Degree in Economics from North Carolina State University (USA) and a PhD in Human Geography from Newcastle University (UK). She is a fellow of the Brazilian Council for Scientific and Technological Development (CNPq) and member of the Research Group Comparative Analysis on International Migration and Displacement in the Americas [CAMINAR]. Her research focuses on international migration and displacement, migration policies, remittances, and the migration-development nexus in Latin America. 

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The roundtable was convened and chaired by:

Prof. Elena Fiddian-Qasmiyeh – Prof Fiddian-Qasmiyeh is Professor in Migration and Refugee Studies at University College London; Principal Investigator of the ERC-funded Southern Responses to Displacement Project; and Joint-Lead of the Baddawi Camp Lab of the AHRC funded Network Plus project, Imagining Futures through [Un]Archived Pasts. She is also Co-Editor of the Migration and Society journal and was PI of the AHRC-ESRC project ‘Local Community Experiences of and Responses to Displacement from Syria‘ (aka Refugee Hosts). Her recent publications include The Routledge Handbook of South-South Relations; Refuge in a Moving World: Tracing refugee and migrant journeys across disciplines; and ‘Recentering the South in Studies of Migration.’


This event was supported by the UCL Institute of Advanced Studies (IAS). More information about the IAS can be found at www.ucl.ac.uk/institute-of-advanced-studies

Featured image: A view of Tripoli, N. Lebanon (c) E. Fiddian-Qasmiyeh, 2016

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